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La pobreza es el lastre más terrible que carga nuestro país desde su fundación.

Dentro y fuera de las fronteras, lo primero que se viene al imaginario de la gente al pronunciar la palabra “Honduras”, no son nuestras playas, la agreste selva tropical de nuestras tierras o el legado de los ancestros fijado en Copán Ruinas. No.

Desgraciadamente, lo que aparece en pantalla al dar “clik” a Google con el nombre de nuestro país, es pobreza, desigualdad, marginalidad y desempleo.

Ya en el 2000,  justo en la alborada del siglo del conocimiento, nuestro país fue declarado “pobre altamente endeudado”, por la comunidad financiera internacional.

El mote dio lugar a que pudiéramos obtener un alivio de alrededor del 75% de nuestra deuda externa.

La condicion impuesta por los acreedores en aquella ocasión, fue que el dinero que hasta entonces usabamos para amortizar los empréstitos, sirviera para honrar la cuantisoa deuda social que el Estado acumulara durante generaciones con su propio pueblo.

Pero no fue así. Los recursos liberados del pago del servicio de la deuda (unos 170 millones de dólares por año entre 2006 y 2011),  se usaron para financiar gastos irrelevantes, desafectos a la estrategia que, con el objetivo de dar sentido al gasto público social, había sido elaborada de forma participativa.

El saldo, no fue otro que el resultante del manejo inadecuado de aquellos recursos de alivio de la deuda,  así como del resto de fondos presupuestarios que se supone, iban dirigidos a mejorar las condiciones de vida de los sectores más vunerables.

Al final, entre 2000 y 2017, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), muestran que la pobreza patrimonial ha bajado solo ocasionalmente del 60% de los hogares, lo cual nos exhibe como el país iberoamericano más pobre.

Peor aún. Durante el mismo período, la pobreza alimentaria (o pobreza extrema), ha rondado siempre el 40% de los hogares. Situación alarmante que debería ser el fundamento de la política social en cualquier administración pública consecuente.

Pues el asunto volvió a estar en los medios, merced a un informe que en la presente semana publicó el Banco Interamericano de Desarrollo.

En dicho informe el organismo regional anuncia que, gracias a su programa denominado “Vida Mejor”, la población beneficiaria ha reducido en 12 puntos porcentuales su pobreza extrema.

La metodología utilizada por el programa, consiste en la entrega de transferencias monetarias a hogares en extrema pobreza, de forma que esta ayuda sirva de estímulo al cambio de hábitos sociales en el seno del hogar.

Este tipo de programas han resultado ser muy exitosos en países como Brasil, México, Colombia y Chile, sacando a millones de familias de la miseria, ya que las condicionalidades impuestas a la entrega de la ayuda, mejoran los hábitos de salud y educación de los niños en los hogares beneficiados, rompiendo así el ciclo de la exclusión.

La discusión recrudeció en los medios y las redes, debido a la confusión generada por el dato publicado en el informe del BID: Si la pobreza disminuyó 12 puntos, ¿por qué la CEPAL y otros organismos dicen que Honduras sigue siendo la nación más pobre de Iberoamérica?

La respuesta es simple y quizás era necesario aclarar tajantemente, que los 12 puntos porcentuales se refieren a la poblacion beneficiaria del programa puntual del BID que tiene un número limitado de familias.

La CEPAL, que toma sus datos de las cifras publicadas por el INE, muestra que en el país hay 660 mil hogares viviendo en extrema pobreza y que solo podrán salir de esa condición, masificando programas como el del BID, es decir, no regalando subsidios a diestra y siniestra, sino haciéndolo en orden y evaluando permamentemente sus resultados.

Pero sobre todo, la pobreza extrema se reducirá generando políticas públicas que restituyan la confianza de los pequeños y medianos inversionistas, de modo que se multipliquen los puestos de trabajo y la gente salga de su situación precaria por sí misma. Solo así se elevará la autoestima y la dignidad de la gente en nuestro país.

vea más en http://www.latribuna.hn/2018/06/02/otra-vez-la-pobreza/

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